Arvo Pärt, un icono ya del siglo XX y de la música clásica, se re-presenta con este excelente disco, que se aleja del minimalismo (al que algunos le unen) y se separa de otros trabajos suyos, como “Tabula rasa”, más instrumentales y menos metafísicos. Es éste un compositor del cual ninguna de sus creaciones es deplorable, más bien, empleemos otra palabra más justa: son admirables, siendo uno de esos músicos que justifican su exacerbada inteligencia, y, todo sea dicho, oportunidad para abrirse a otro público, trabajando con grupos y artistas actuales clásicos o no (como Keith Jarret, Kronos Quartet, o, en este disco, la mejor coral actual, The Hilliard Ensemble, yDennis Russell Davies, el director de las obras de Glass), al igual que lo han hecho otros músicos de comienzos contemporáneos (Górecki), y que, de paso, demuestran que la calidad puede con todo. Uno de esos pocos autores del Este de Europa que no se encuentran traumatizados por determinados motivos (de cualquier tipo) y han hecho una obra excelente, que ha ayudado a devolver a su esplendor la música clásica tras la horrible hecatombe atómica (a juzgar por las obras de algunos compositores, que fueron totalmente destructoras) que sufrió el siglo XX con los onanistas y los necios que sepultaron a ésta música en una profundidad que han hecho que, una vez recuperada, demuestren que como las creaciones del siglo XX y XXI no hay ningunas.
No es recomendable este artista, es una obligación escucharlo.
Este disco respira (aunque no esté totalmente ligado) el aroma religioso que las últimas obras del estonio tienen, con un aire soliviantado y pausado, con corales muy clásicas y gregorianas, e incluso con piezas orquestales muy cinematográficas.
Las muestras vocales están grabadas, como no podía ser de otra forma, por la formación inglesa The Hilliard Ensemble, de Paul Hillier, una magnífica unión con experiencia medieval que también, al igual que todos los grandes, han trabajado con otros músicos haciendo obras impecables (Jan Garbarek, etc.), y con la excelente interpretación de Gidon Kremer.
El disco viene precedido con una frase de Basho (prueba del espiritualismo de Pärt), y una dedicatoria al director Andreij Tarkovsky.
Un buen ejemplo, sin duda, que nos demuestra que todavía quedan buenos artistas de la época contemporánea (de los que viven) y que nos lleva a descubrir por que Pärt es hoy en día considerado un genio increíble, ¡viva el arbismo!
ENTRADA LIBRE !!!
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